
LAS RUEDAS DE LA HISTORIA

La llegada de La Colegiala fue muchos años después de la “Chiva de Cheo”, la primera escalera que llegó a Andes, cuando el arriero era el único que podía movilizar el comercio de la época y los animales de carga eran su medio de transporte. Gustavo Zapata cuenta en su Cartilla de Cátedra Municipal cómo fue la llegada de este vehículo en 1926: “cuando no había carretera, un comerciante de la plaza, don Eliseo “Cheo” Arredondo, hizo traer en mulas desde Bolombolo, para ensamblarlo aquí, un Ford de 22.5 caballos de fuerza para cinco pasajeros”.
A partir de 1920, durante el gobierno de Pedro Nel Ospina se abrieron muchas carreteras debido a que llegó dinero del Estado Americano por la pérdida de Panamá. El entonces presidente, como ingeniero, apoyó la construcción de carreteras por todo Antioquia. Hasta ese momento, las vías de transporte de los andinos consistían en caminos en muy mal estado por los que se transitaba en mula hasta que, en Bolombolo, se empalmaba con el Ferrocarril.
ducción de estos vehículos en las vías antioqueñas: “fue difícil, las carreteras sin consolidar, los derrumbes continuos con accidentes varias veces mortales, pero los camiones de pasajeros y los automóviles de gruesas latas se abrieron paso. Las bancas eran de quitar y poner. Así los vehículos prestaban doble servicio, de carga y pasajeros”.
Según el historiador Gustavo Zapata, estos vehículos comenzaron a fabricarse en Medellín y los municipios fueron apropiándose de ellas. A Andes llegaron hacia 1950 y con la inauguración de la carretera Bolombolo - Venecia - Medellín, ya no era necesario usar ferrocarril y los andinos pasaron de demorarse tres días a ocho horas para ir a Medellín.

El Filipichín llegando a la Terminal de transportes de Andes.
Mariana Charry apunta en el libro Andes recuerda: “con el aumento de las exportaciones agropecuarias y mineras se hizo necesaria la construcción de caminos carreteables que pudieran unir los corregimientos y las veredas con el casco urbano y con otros municipios aledaños”. Jaime Sanín Hernández cuenta en su texto El camión de escalera cómo fue que se dio la intro-