
LA COLEGIALA QUE VA A PERECER

Por las empinadas calles de Andes corre el rumor de que las escaleras se van a acabar. El runrún comenzó desde que los habitantes comenzaron a ver cómo estos vehículos iban disminuyendo y las rutas que antes eran cubiertas por los buses de escalera comenzaron a cubrirse, poco a poco, con busetas modernas. Hace siete años Andes tenía 55 escaleras, hoy quedan 30. ¿Qué está sucediendo para que este bien cultural sea reemplazado y con él se vaya la tradición y la identidad de los andinos?
“No estoy de acuerdo con que quiten los buses de escalera porque a mi carro lo quiero más que a mi vida, lo tengo hace 44 años; ¿cómo me bajaría de ese para coger uno nuevo? Y otra cosa: ¿cómo me metería en una deuda de 200 millones de pesos?, ¿para pagarlos con qué?
Las preguntas son de Jorge Hernán Ramírez, el conductor de La Colegiala, que con su modelo 1946 es el bus de escalera más antiguo de Andes. Cada día Jorge Hernán, un hombre de tez blanca, ojos verdes y numerosas canas que cubre con una gorra color negro que hace juego con su uniforme de la empresa Coonorte, toma la cabrilla de su escalera a las seis de la mañana y se dirige hacia la vereda San Miguel.
La importancia de Jorge Hernán no reside únicamente en que es quien conduce, sino en que es el emisario entre el pueblo y las veredas, quien pone música, lleva encomiendas, conversa, permite que los cultivos que son puestos al lado de la carretera sean llevados al pueblo para ser vendidos y carga el mercado con el que se alimentan las familias campesinas: así es como se tejen los hilos de progreso que han permitido que Andes sea la capital comercial del Suroeste antioqueño, tenga más de 1.400 negocios registrados, 10 mil predios rurales, 14 instituciones bancarias, 4 estaciones de servicios y 22.670 vehículos inscritos en el parque automotor.
La mayor parte de las personas que se movilizan en escalera llevan bultos de café, materiales para la construcción o alimentos; esto se debe a que la principal actividad económica del municipio es la agricultura. “Por donde tengo la finca las carreteras son muy malas y estos carros están condicionados para recorrerlas. Uso la escalera para traer mis cultivos, por lo que cargo bultos muy grandes, ¿en una buseta dónde van a montar eso?”, dice Gloria Restrepo, agricultora de la vereda Cascajero.
Otro factor fundamental de las escaleras es que permiten movilizar gran cantidad de carga a bajos precios. Así lo explica Juan Carlos Mejía, fogonero de la escalera que comunica a Andes con Buenos Aires, Jericó y Pueblo Rico: “si usted quiere llevar carga de Andes a Jericó tiene que pagar un viaje en campero que cuesta 300 mil pesos, en escalera se sale con 13 mil pesos del pasaje y 50 mil pesos de los bulticos”.
Durante la cosecha de café, La Colegiala puede transportar hasta 250 personas en un día, las suficientes para llenar una sala de cine; sin embargo, el promedio de pasajeros diarios es de 150. Esa utilidad no es el único valor que se le debe otorgar a las escaleras: con el paso de los años se metieron en el imaginario de los andinos hasta que lograron ir más allá de la tradición y fueron declaradas patrimonio cultural del municipio.
Decorados de los buses de escalera.

Campesinos bajando sus bultos de café de El Filipichín.

Jorge Hernán Ramírez junto a La Colegiala en la vereda San Miguel.
El recorrido diario de cada escalera puede ser a Santa Inés, Santa Rita, San Agustín, el Líbano, Tapartó, San José, Buenos Aires, San Pedro, Villa César, Cascajero, San Miguel, Florida o La Irene… cualquier corregimiento o vereda del municipio por el que aún no puede transitar un bus debido al estado de las vías.
Andes se caracteriza por tener una topografía quebrada, es un pueblo de cordillera con cañones profundos y altas cimas, lo cual hace que transitar sus terrenos sea una labor compleja. Como las demás escaleras, La Colegiala está reforzada para transitar el municipio. “A mí me toca una vía que conduce a San Miguel y es muy dura: si el carro patina un
Al llegar a la Terminal de Transportes, Jorge Hernán ha terminado sus tres recorridos diarios, monta en el estribo de La Colegiala y toma la cabrilla, se dirige al parqueadero para guardar su vehículo, del cual espera que mecánicamente funcione, al menos, medio siglo más; sin embargo, esta vida útil que el vehículo presta no es pro-

porcional al deseo de conservarlas, por lo que se pregunta: ¿cuánto más durará La Colegiala? Con este pensamiento baja de su vehículo y se dirige a su hogar esperando el día siguiente para hacer su próximo recorrido.
metro ya está en el voladero”, dice Jorge Hernán.